Ella llegó de trabajar, abrió la puerta de su casa e instintivamente miro el reloj de pared que adorna el living, “Tengo tiempo” pensó, y se quito la ropa para gozar de una ducha tibia, a las 8 ya estaba frente al monitor esperando ansiosa.
A varios kilómetros de distancia, el subía las escaleras corriendo, saltando de a dos los escalones, no tenia paciencia para esperar el ascensor, entró rápido a su departamento, al paso dejo el saco apoyado en una silla y mientras encendía la PC se aflojaba la corbata.
El inicio de sesión daba la sensación de demorar mas de la cuenta, esos segundos parecían una eternidad contemplando al muñequito verde que gira sin pausa, y por fin, la deseada conexión, y ahí esta ella, como todas las noches de los últimos 3 meses.
Cual pistoleros del lejano oeste, Andrea y Juan (Andy y Ju para ellos) se pelearán por ver quien desenfunda el primer saludo adornado de corazones y bellas palabras, y a partir de ahí, las horas parecerán segundos, desaparecerán el hambre y el cansancio y el mundo se paralizará, no importa cuantas horas pasen, siempre serán insuficientes para ellos y recién cuando la lógica indique que hay que descansar, que mañana hay que volver a las obligaciones diarias, recién ahí iniciaran la larga despedida, esa que posiblemente se prolongue una hora mas.
Luego si, ella ira a su cama, a abrazar su almohada y sentir por un momento que es a él a quien tiene en brazos, el ira a ducharse y luego se quedara contemplando el cielo raso de su habitación, hasta que vencido por el sueño cierre los ojos pensando en ella.
Apenas se conocen físicamente por fotos, pero cada uno sabe de los sentimientos del otro casi como de si mismo, tal vez sea cierto aquello de que las manos están mas cerca del corazón que de la cabeza, porque cuando escriben, lo hacen desnudando sus secretos y deseos mas íntimos.
Ellos no duermen juntos, pero seguramente están más conectados que muchas parejas que comparten la cama.
Ellos están muy lejos… pero demasiado cerca
A varios kilómetros de distancia, el subía las escaleras corriendo, saltando de a dos los escalones, no tenia paciencia para esperar el ascensor, entró rápido a su departamento, al paso dejo el saco apoyado en una silla y mientras encendía la PC se aflojaba la corbata.
El inicio de sesión daba la sensación de demorar mas de la cuenta, esos segundos parecían una eternidad contemplando al muñequito verde que gira sin pausa, y por fin, la deseada conexión, y ahí esta ella, como todas las noches de los últimos 3 meses.
Cual pistoleros del lejano oeste, Andrea y Juan (Andy y Ju para ellos) se pelearán por ver quien desenfunda el primer saludo adornado de corazones y bellas palabras, y a partir de ahí, las horas parecerán segundos, desaparecerán el hambre y el cansancio y el mundo se paralizará, no importa cuantas horas pasen, siempre serán insuficientes para ellos y recién cuando la lógica indique que hay que descansar, que mañana hay que volver a las obligaciones diarias, recién ahí iniciaran la larga despedida, esa que posiblemente se prolongue una hora mas.
Luego si, ella ira a su cama, a abrazar su almohada y sentir por un momento que es a él a quien tiene en brazos, el ira a ducharse y luego se quedara contemplando el cielo raso de su habitación, hasta que vencido por el sueño cierre los ojos pensando en ella.
Apenas se conocen físicamente por fotos, pero cada uno sabe de los sentimientos del otro casi como de si mismo, tal vez sea cierto aquello de que las manos están mas cerca del corazón que de la cabeza, porque cuando escriben, lo hacen desnudando sus secretos y deseos mas íntimos.
Ellos no duermen juntos, pero seguramente están más conectados que muchas parejas que comparten la cama.
Ellos están muy lejos… pero demasiado cerca
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